Las causas de la rebelión juvenil. Entrevista a Herbert Marcuse

En el año 1973, la Colección Salvat de Grandes Temas lanzó el número 58 de su colección con la publicación titulada La Protesta Juvenil. En este ejemplar se analizan los impactos del movimiento estudiantil de mayo del 68 a nivel mundial y se hace una recuperación histórica sin precedentes de los movimientos juveniles de protesta que emergieron a comienzos del Siglo XX haciendo un recorrido hasta los movimientos juveniles de protesta de los años 60.

Conscientes de la importancia de estos materiales históricos y lo que pueden representar en nuevos análisis sobre los movimientos juveniles en nuestros días, desde la Casa Editorial Deliberar avanzamos en un proceso de digitalización de los archivos para que puedan circular para las nuevas generaciones de investigadores y estudiosos de las juventudes.

La entrevista transcrita fue realizada por José María Carandell.

 

¿Cuándo y dónde se inició el movimiento juvenil de protesta?

Es muy difícil concretar cuándo y dónde comenzó el movimiento de rebelión juvenil. Por comodidad, puede afirmarse que fue durante los años sesenta. Primero se registró un movimiento en la Universidad de Berkeley en favor de la libertad de expresión; luego, en el Sur de Estados Unidos se produjo el movimiento en favor de los derechos civiles. Creo que estos dos hechos constituyen las principales fuentes del movimiento juvenil al comenzar la década de los sesenta. Después, la acción fue creciendo y alcanzó su cenit en los años 1968 y 1969, y a partir de entonces puede decirse que comenzó a declinar, al menos en apariencia. Se produjeron menos acciones espectaculares, menos manifestaciones relevantes, menos juicios escandalosos. Mucha gente se apresuraba a decir que el movimiento juvenil, el movimiento juvenil radical, se había acabado, y aseguraban que había muerto. Por mi parte, no creo que haya muerto. Opino que el movimiento se encuentra en un período o fase de reorientación, de examen acerca de sí mismo, de reagrupación. Los jóvenes radicales han hecho una pausa para tratar de descubrir la razón de sus equivocaciones, de por qué la sociedad es como es, y, sobre la base de esos conocimientos, intentar proyectar lo que pueden hacer para remediar tal estado de cosas. Otros, como los jóvenes de las comunas, tratan de establecer relaciones no alienadas entre los seres humanos.

Es decir, usted sigue creyendo en la vitalidad del movimiento de protesta de los jóvenes.

Sí. El movimiento en conjunto sigue vivo. Y sigue vivo tanto en su crítica de la sociedad existente como en su acción práctica. A mi juicio, la debilidad actual del movimiento descansa en dos importantes factores: la represión intensificada por el sistema, coincidente con el establecimiento de la administración de Richard Nixon, y una gran decepción y desilusión debida a que el cambio radical tan esperado no ha llegado… Cuando en cierto modo se creía que la revolución se hallaba casi a la vuelta de la esquina, en lugar de ello se produjo una nueva estabilización, quizá provisional, del sistema capitalista. Son éstas algunas de las principales razones de la debilitación del movimiento, y por ello éste se encuentra en una fase de reagrupación… Por el momento, una de las tareas más importantes de esta fase consiste en encontrar nuevas formas de organización realmente efectiva. Esta organización ya no puede ser la de los antiguos partidos centralizados de masas, sino que debe ser una organización mucho más descentralizada, que deje más campo libre a la espontaneidad…

¿De qué tipo de organización se trataría?

Probablemente algo parecido a comités, consejos o grupos locales, y todo aquel tipo de organización que luego pueda coordinarse a un nivel más general. Sin embargo, como ya he dicho, sus formas o estructuras están aún por estudiar.

¿Podría establecer la diferencia entre el movimiento de Berkeley y los movimientos Franceses y Alemanes?

Existe entre ellos una considerable diferencia, que, en mi opinión, se debe sobre todo al hecho de que en Estados Unidos falta una sólida y duradera tradición.

¿Qué causas pudieron motivar la explosión contestataria en la Universidad de Berkeley?

Berkeley está en California, y aquí el contraste social es especialmente agudo: por una parte, el lujo y confort de las élites; por otra, la miseria y la pobreza derivadas de las condiciones de vida de los trabajadores inmigrados y los jornaleros. Es un contraste escandaloso, y mucho más evidente que en otros lugares del país. La protesta no surge de la miseria, sino de la necesidad de lograr una vida mas humana y del rechazo de la degradación del medio ambiente y de las fuerzas productivas.

¿Cómo definiría usted la evolución del movimiento juvenil de protesta en los países subdesarrollados?

Aunque no soy un experto en cuestiones del llamado Tercer Mundo, sí puedo decirle que me atrae especial mente la atención el papel tan especificó que desempeñan allí los estudiantes, quizás hoy los más radicales del mundo, espoleados por la presión que el imperialismo ejerce en sus países.

Sin embargo, en conjunto, la estructura de la revolución comunal en el Tercer Mundo se mueve aún sobre fundamentos tradicionales, es decir, se trata de una revolución que responde a una situación de pobreza. En los países capitalistas que han alcanzado un elevado grado de desarrollo, la revolución no surgiría de la miseria y de las privaciones, sino más bien de la necesidad de humanización de la vida y por la degradación de las fuerzas productivas…

¿sigue siendo la clase obrera la depositaria histórica de los valores revolucionarios?

Yo diría que el fermento revolucionario se encuentra diseminado en amplios sectores de la escala social, y no sólo entre las clases trabajadoras, especialmente en Estados Unidos.

El impulso hacia un cambio radical se halla también, desde luego, entre las clases trabajadoras, principalmente entre los jóvenes trabajadores y los trabajadores de raza negra, pero en su conjunto, y en Estados Unidos, las clases trabajadoras no son hoy, en verdad, una clase revolucionaria. Actualmente ya no es posible aislar una clase social y decir que en ella y sólo en ella se encuentran los factores y los individuos que se orientan hacia la revolución. El potencial revolucionario es mucho más amplio y mucho más profundo.

¿y los estudiantes?

 Los estudiantes están hoy en primera línea. Forman incluso una especie de vanguardia. Pero, en última instancia, creo que Marx tenía razón, y que a pesar de todo la revolución no puede materializarse sin la participación de las clases trabajadoras, que, en caso necesario, es el único sujeto social capaz de detener el proceso de producción y reproducción.Se le ha reprochado a usted el mantenimiento de la teoría de que la ciencia implica una voluntad de poder, de dominio. ¿qué opina acerca de ello?

Efectivamente, muchos críticos me han reprochado que considere a la ciencia como un medio de dominación. Sin embargo, es un hecho el que se ha convertido en un instrumento de destrucción y de dominación, pero no en razón de la lógica que le es inherente, sino a causa de la servidumbre de la ciencia respecto a los intereses de las clases dominantes.

De todos modos, y aunque no soy su creador, también sostengo la tesis de que la ciencia es un factor in dispensable para la construcción de una sociedad mejor. La ciencia, el trabajo, la sexualidad, la familia y el arte son valores cuya función se encuentra, al igual que la sociedad de que forman parte, en un proceso crítico que les hará evolucionar hacia otras formas.

¿Cómo se podrían emplear la ciencia y la tecnología para alcanzar la libertad?

Podría desempeñar un papel muy positivo en la formación de una sociedad mejor. Por ejemplo, un elevado grado de progreso técnico es indispensable para la progresiva reducción de la jornada laboral (automatización), para la protección del medio ambiente, para mejorar los servicios públicos. No puedo imaginarme una sociedad auténticamente libre sin un elevado grado de progreso técnico y científico.

¿Cuál sería el concepto de trabajo en una sociedad libre?

Sólo se pueden suministrar indicaciones muy generalizadas y de carácter negativo. No será impuesto al ser humano como condición para que obtenga lo esencial para vivir, sino que éste podrá desarrollar plena mente sus específicas facultades humanas e individuales. Ello presupondría que una gran parte de la labor socialmente necesaria estuviera automatizada. De ese modo se crearía energía libre y tiempo para una labor creativa.

¿Podría la libertad sexual liberar a la humanidad  y cambiar la sociedad?

La libertad sexual en cuanto a tal no puede promover el cambio hacia una sociedad mejor. La liberación sexual sólo puede concebirse como auténtico progreso en una sociedad que en su conjunto sea ya libre. La libertad sexual en una sociedad que no sea libre constituye simplemente un medio de satisfacción subsidiario; pero nada tiene que ver con la transformación de una sociedad para mejorarla. La liberación sexual, que no es necesariamente la promiscuidad, sino la auto determinación en tal género de relaciones, solamente puede existir en el marco de una sociedad libre. Antes no. Por esta razón considero que el concepto “liberación sexual” es, en última instancia, un concepto político, subordinado a la construcción y existencia de una sociedad libre Las mujeres de la nueva generación se niegan a seguir representando el papel de “objeto” al que las condenaba a sociedad tradicional.

¿Cuál sería el papel de la familia en esa sociedad libre?

Probablemente, la familia patriarcal, monogámica, vería considerablemente reducida su influencia, en el caso de que no se extinguiera en tanto que unidad social. Sin embargo, esto no son más que hipótesis.

Se ha dicho que es usted el “apóstol de la violencia”, que es partidario de responder a la agresividad del sistema con agresividad y violencia revolucionarias. ¿es cierto?

Bueno, yo no soy un pacifista. Siempre he sostenido que si uno quiere predicar la no- violencia debería predicarla sólo a los que la practican. Marx o Engels, no recuerdo cuál de los dos, afirmaban que una revolución será siempre tan violenta como la violencia que la ha provocado, o sea como la que han ejercido los grupos dominantes. Se trata de un juicio correcto.

¿Considera usted que la represión de los instintos humanos es la causa principal de la opresión en que vive la humanidad?

Todavía sigo fiel a la metapsicología de Freud, y pienso que basta con contemplar lo que está sucediendo en nuestra sociedad para comprobar que existe una corriente de agresividad, de afán destructivo y de violencia en todas las esferas de la vida, incluido el deporte. Sin embargo, este fenómeno es insólito en la historia de la humanidad. Yo relacionaría esa descarga de violencia sobreañadida y de afán destructivo con la represión de los instintos vitales, de los instintos eróticos. La gente, aunque a veces no sea consciente de ello, es forzada a malgastar toda su vida adulta en un trabajo alienante, aun cuando la sociedad dispone ya de todos aquellos recursos que podrían eliminar ese carácter alienador. Esto constituye una represión, y en cuanto tal se halla inserta en la represión del instinto vital, lo cual casi de forma automática conduce a un aumento de la agresividad.

¿Qué opina acerca de las relaciones entre el arte y el movimiento de protesta juvenil?

Un gran parte del movimiento contestatario considera el arte como un medio directo y efectivo en el contexto de la lucha política. No puedo suscribir tal teoría. Creo, y estoy precisamente trabajando en ello, que las exigencias del arte, y su propia esencia, son elementos que lo distancian de la lucha política revolucionaria. Las necesidades inherentes del arte pueden incluso entrar en conflicto con las necesidades de la lucha política. El propio movimiento surrealista experimentó tal conflicto. Bastará que le evoque la relación de André Breton y de sus amigos con el Partido Comunista. Breton insistía en la absoluta libertad del escritor y del artista, en contraposición a las líneas políticas fundamentales de ese partido.

¿Qué piensa de la nueva sensibilidad aportada por los movimientos juveniles de protesta?

Se sustenta en un derecho natural que hay que respetar: el derecho de todo individuo a no soportar una situación determinada. El movimiento juvenil protesta y rechaza las normas y exigencias de la sociedad consumista. Los jóvenes desean ahora, en la medida en que ello es posible, decidir por sí mismos. Muestran una incapacidad casi física, podríamos decir fisiológica, para soportar lo que está sucediendo y participar en ello, y no lo hacen de modo abstracto, sino que lo experimentan con todo su organismo.Distinguimos entre la gente que anda tras su emancipación personal y privada y la gente que continúa realizando, en sus comunas o dondequiera que sea, una labor política, y que, como antes he dicho, persiste en el esfuerzo de ensayar unas relaciones humanas no alienadas. Aquí no cabe generalización alguna. Existe todo un amplio sector de la llamada contracultura que no tiene nada de positivo, que simplemente constituye una evasión de la política, que busca una “liberación” privada. Esa liberación privada resulta inofensiva para quienes están en el poder, es reaccionaria y similarmente egoísta al derecho de propiedad.

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